“El consumo de antigripales puede causar daños hepáticos, es decir, insuficiencia del hígado y, de la misma manera, con los riñones, además de males en la médula ósea”, explicó a La Razón, María Bolivia Rother, jefa de la Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud.
Los antigripales están compuestos de paracetamol, que disminuye la fiebre en los niños; y de clorfenedamina, que es un antihistamínico antialérgico que hace que los niños dejen de sentir los síntomas de la gripe, así como “el congestionamiento, el malestar general, irritación en los ojos y tos”. Además, los antigripales tienen “otros componentes que son vasodilatadores”, explicó la funcionaria de Salud.
Aclaró que no es que los antigripales sean malos o estén mal elaborados, sino que los daños pueden generarse de acuerdo al organismo del niño o la niña. Indicó que no sucede lo mismo cuando los adultos toman los fármacos, es decir, estos compuestos no son dañinos. Rother expresó que, de acuerdo a varios estudios realizados en el mundo, el daño en la médula ósea puede provocar incluso anemia en los niños, por más que éstos estén bien alimentados.
“La médula ósea produce los glóbulos rojos y blancos, y la mezcla de las sustancias que están en los antigripales produce alteraciones en éstos y puede generar anemia en los niños”, explicó.
La especialista recomienda a los padres de familia que cuando los niños se resfríen opten por usar medicamentos caseros.
Es preferible suministrar bebidas calientes en abundancia a los pequeños o, de lo contrario, cuando éstos sientan los síntomas de la gripe con mucha fuerza, meterlos en cama. “Estas medidas de cuidado casero son las mejores para la gripe porque los antigripales sólo quitan los síntomas y no los curan”.
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