El VPH, que se transmite por vía sexual, es la causa principal de cáncer de cuello uterino. La primera vacuna contra el virus, Gardasil, fue aprobada en 2006. Los U.S. Centers for Disease Control and Prevention recomiendan actualmente que las niñas de entre 11 y 12 años sean el objetivo de esta vacuna, debido a que la mayoría de las niñas de esta edad aún no son sexualmente activas ni han estado expuestas al VPH, y por lo tanto conseguirán la máxima protección.
Sin embargo, este estudio sugiere que muchas madres son renuentes a seguir estas recomendaciones.
"Las madres tenían una menor intención de vacunar a sus hijas [más jóvenes]", señaló la autora del estudio, la Dra. Jessica Kahn, profesora asociada de pediatría en el Centro médico del Hospital Infantil de Cincinnati. "Esto supone un desafío y nos da la oportunidad de educar a las madres acerca de la importancia de vacunar a sus hijas menores de trece años de edad, porque la vacuna tiene un mayor impacto de salud si se administra antes de los trece años".
Kahn presentará sus hallazgos el domingo en la reunión anual de las Pediatric Academic Societies en Honolulú.
Cerca de 10,000 casos nuevos de cáncer de cuello uterino se diagnostican en los Estados Unidos cada año, y unas 4,000 mujeres mueren a causa de la enfermedad anualmente.
Tres cuartos de las mujeres estadounidenses se expondrán al VPH en algún momento de sus vidas, y en cualquier momento un cuarto de ellas han sido infectadas.
De acuerdo con los estimados, la administración universal de la vacuna eliminará alrededor del 70 por ciento de los casos de cáncer de cuello uterino Gardasil protege contra la mayoría, aunque no todos, los tipos de VPH que causan cáncer de cuello uterino.
Este estudio es la primera encuesta nacional de su tipo y también la primera en medir las actitudes hacia la vacuna desde que fue aprobada por la U.S. Food and Drug Administration en 2006.
El 49 por ciento de las casi 10,000 encuestadas tenía la intención de vacunar a su hija de 9 a 12 años; el 68 por ciento pretendía hacerlo cuando su hija tuviera de 13 a 15 años; y el 86 por ciento dijo que lo haría cuando su hija tuviera entre 16 y 18 años.
Las creencias específicas sobre la vacuna del VPH fueron el predictor más fuerte respecto a la intención de una madre para vacunar a su hija de 9 a 12 años.
La creencia que más sobresalió en realidad fue que la vacuna iba a proteger a sus hijas contra el cáncer de cuello uterino. "El resultado no me sorprendió en lo absoluto", dijo Kahn. "[Otros] estudios han mostrado que el factor más poderoso tras la decisión de las madres es el deseo de proteger a sus hijos".
El siguiente predictor más importante fue la creencia de que la vacuna no causaba que sus hijas asumieran conductas sexuales arriesgadas.
"Necesitamos más estudios para confirmar o refutar esta preocupación", dijo Kahn. "También es importante que los profesionales clínicos aborden este tema con los padres".
Si un profesional clínico recomendaba la vacuna, la madre era más proclive a vacunar a su hija.
Las madres también eran más propensas a optar por la vacuna si sospechaban que su hija estaba en riesgo de VPH.
Todos estos factores pueden incorporarse al mensaje, incluidos los observados en los folletos y carteles acerca del VPH y la vacuna, destacó Kahn. Kahn también es la autora principal de un trabajo que aparece en la edición de mayo de Obstetrics & Gynecology que halló que las intervenciones que abordan las creencias personales sobre la vacuna del VPH así como las barreras al sistema de vacunación podrían conducir a mayores tasas de vacunación.
"Esto demuestra que existe la dificultad de que las madres reconozcan que sus hijas se volverán sexualmente activas a una edad relativamente temprana", dijo el Dr. Jay Brooks, jefe de hematología/oncología en el Ochsner Health System de Baton Rouge, Luisiana. "Es un proceso y un cambio de actitud que tiene que ocurrir".
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