El coordinador del curso Introducción a la psicocardiología: la relación entre el cerebro y el corazón planteó que si bien la mayoría de los conflictos actuales ya no se resuelven a golpes sino con palabras los procesos biológicos son los mismos.
Indicó que una presión sanguínea elevada de manera permanente afecta al corazón y las continuas frustraciones pueden generar males en el estómago, por lo que se debe desahogar el fastidio.
Explicó que durante un estado de enojo el cuerpo reacciona inmediatamente y los riñones secretan una sustancia llamada renina, que el hígado y los pulmones transforman en otra denominada angiotensina, que provoca estrechamiento de vasos sanguíneos.
En ese momento el corazón acelera el ritmo del latido y aumenta la tensión sanguínea, lo que prepara al cuerpo para un inminente conflicto.
Leija Alva señaló que si bien se cree que lo mejor es contenerse se ha demostrado que ello más que ayudar puede acarrear severos problemas de salud, así como perjudicar a personas cercanas o a sí mismo en el aspecto físico y psicológico.
Por ello lo más adecuado es hablar, hacer ejercicios de respiración o caminar pues si se intenta controlar el fastidio o enojo desviándolo hacia otros aspectos a la larga produce una sensación de fracaso.
Esto porque el inconsciente descubre el autoengaño y entonces se pueden presentar problemas de agresividad o, peor aún, de hostilidad.
El académico comentó que según algunos científicos la consecuencia más grave que se puede producir por la acumulación de enojo es que la tensión emocional guardada reduzca la capacidad de defensa del sistema inmunológico para combatir enfermedades.
Los seres humanos, dijo, somos seres emocionales. Existen emociones positivas básicas y emociones negativas básicas siendo estas últimas las que producen una experiencia emocional desagradable, aunque también son necesarias.
Es así porque sin ellas las personas serían presa fácil de quienes buscan aprovecharse de ellas, no se podría superar la pérdida de seres queridos e incluso se tendrían accidentes de manera frecuente por no reaccionar ante señales de peligro.
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