domingo, 22 de junio de 2008

Entrenan células para tratar el infarto

Allí donde no llega el oxígeno, en las zonas muertas del corazón que ha sufrido un infarto, es donde se encuentra hoy una de las últimas fronteras de la cardiología. Ni siquiera los tratamientos más modernos, aquellos que recurren al uso de células madre, han logrado devolver la funcionalidad perdida a las cicatrices del músculo cardíaco infartado.

Con la idea de derribar esa frontera, investigadores argentinos, franceses y daneses ensayan una posible solución. En el laboratorio, someten a células madre a condiciones extremas de ausencia de oxígeno (hipoxia), con el objetivo de seleccionar aquellas capaces de vivir y multiplicarse en esas condiciones adversas, para luego trasplantarlas a las regiones infartadas que no han podido ser rehabilitadas con las terapias disponibles.

"Las células que se adapten y sobrevivan a las condiciones de hipoxia a las que las estamos sometiendo también van a sobrevivir en la situación de hipoxia de un corazón infartado", dijo a LA NACION el doctor Juan Carlos Chachques, director de investigaciones cardiológicas del Hospital Georges Pompidou, de París, Francia.

Este cirujano argentino, residente en Francia desde hace más de 25 años, dirige esta innovadora línea de investigación que busca superar los obstáculos hallados con otros modernos y aún experimentales tratamientos. En mayo, el doctor Chachques presentó en el XVI Congreso Mundial de Cardiología, que se realizó en la ciudad de Buenos Aires, los resultados del estudio Magnum.

"La idea era la misma que ahora: regenerar las zonas del músculo cardíaco que han sido afectadas por el infarto -recordó Chachques-. La terapia celular clásica [inyectar células madre del paciente en la zona infartada] no había alcanzado resultados concluyentes, y nosotros empezamos a pensar que hacía falta generar algo que sirviera de soporte a esas células, y que sirviera a la vez de contención para un corazón que tiene una tendencia a dilatarse."

-¿Cuál fue la estrategia elegida entonces?

-Hicimos lo que veníamos haciendo hasta entonces, que era colocar células madre del paciente en la zona del borde del infarto, que todavía se puede recuperar, en pacientes que eran sometidos a un bypass . Pero lo nuevo era que luego colocábamos un parche de un material biodegradable, que estaba sembrado con esas mismas células madre.

-¿Qué resultados obtuvieron?

-Al comparar con estudios en pacientes que sólo habían recibido un bypass o un bypass más células madre, observamos un aumento del espesor de la pared del músculo cardíaco y una mayor elasticidad. Pero el problema es que muchas de las células que colocábamos en el corazón se morían.

-¿Cómo surgió la idea de entrenar a las células en hipoxia?

-Fue a partir de un grupo de colegas daneses que tenían experiencia en andinismo e inmersión, dos situaciones en las que hay que entrenarse para la falta de oxígeno o hipoxia. Ellos nos propusieron entrenar las células en hipoxia. Y lo que estamos haciendo es utilizar células adiposas de rata y de oveja, que pueden ser obtenidas fácilmente mediante una liposucción, y colocarlas en cultivo en cámaras especiales con un 5% de oxígeno, cuando lo normal en el aire es el 20 por ciento.

-¿Cuál es el próximo paso?

-Creemos que con este precondicionamiento hipóxico, en una situación extrema, van a sobrevivir mucho más cuando las coloquemos en un corazón enfermo, que no tiene circulación. La idea es continuar esta fase experimental, luego pasar a animales, y dentro de un año o dos comenzar con células humanas.

Sebastián A. Ríos

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