Estudiando enfermedades en las que el cuerpo humano genera demasiada masa ósea, investigadores de la universidad de California han descubierto y aislado una molécula natural que puede utilizarse para reparar fracturas y generar el crecimiento de los huesos en pacientes que carezcan de ellos. A diferencia de las proteinas morfogenéticas que se emplean en la actualidad, la nueva molécula otorga a los cirujanos la posibilidad de dirigir y localizar la formación de masa ósea. Por Yaiza Martínez.
Los investigadores Ben Wu y Kang Ting, de la Universidad de California, en Estados Unidos, han desarrollado una molécula a la que han denominado UCB (University of California Bone) que serviría para dirigir con mayor eficacia el crecimiento óseo provocado por una proteína morfogenética denominada BMP, y que es el primer producto osteoinductor aplicado en clínica. Esta proteína se encuentra en el cuerpo humano, pero en casos de traumatismos de alta energía, de fuerte impacto como los accidentes laborales o de tráfico, algunos huesos dejan de producirla, lo que imposibilita su recuperación.
Todo lo que hay a nuestro alrededor está formado por grupos de átomos unidos que forman conjuntos llamados moléculas. Los átomos que se encuentra en una molécula se mantienen unidos debido a que comparten o intercambian electrones. Las moléculas están hechas de átomos de uno o más elementos. Algunas moléculas están hechas de un sólo tipo de átomo.
La molécula UCB desarrollada es seguramente el avance más significativo en la regeneración ósea desde el descubrimiento de estas proteínas morfogenéticas o BMP, que tuvo lugar en los años sesenta también en la universidad de California, según señala un comunicado de esta misma universidad.
Según los investigadores, las implicaciones del descubrimiento para la población son de gran importancia ya que la UCB supondrá la posibilidad de recuperar el buen estado de los huesos de una forma más rápida y fiable, y con menos efectos secundarios.
Diferencias significativas y cooperación
En los casos más severos, como el nacimiento de niños con anomalías congénitas, la nueva molécula podría ofrecer una solución avanzada para reparar paladares partidos, que implican deficiencias en los huesos, e incluso ayudar a reparar otros defectos óseos como fracturas o fusiones espinales, así como ayudar a la integración de implantes.
La UCB difiere significativamente de las proteínas morfogenéticas, utilizadas a menudo en cirugía ortopédica para ayudar a reparar huesos, que se cree tienen pocos efectos secundarios. Estas proteínas morfogenéticas, producidas mediante ingeniería genética, permiten inducir la formación de tejidos óseos en el sitio afectado, prescindiendo, en muchos casos, de los transplantes. Sin embargo, con estas proteínas se ha observado que la formación del hueso ocurre en localizaciones exteriores al sitio deseado para el implante.
Por el contrario, la molécula UCB es capaz de conseguir efectos más específicos en los procesos de formación del hueso, otorgando a los cirujanos la posibilidad de dirigir y localizar la formación de masa ósea. Esto se debe, aseguran los investigadores, a que esta molécula es capaz de trabajar siguiendo las “órdenes” del cuerpo acerca de la formación de los huesos.
Aplicaciones médicas
Sin embargo, la proteína morfogenética y la molécula UCB deben cooperar juntas porque actúan en distintas aunque complementarias direcciones. La clave para el éxito se encuentra en que trabajen en la dirección correcta, lo que puede no ser efectivo si la BMP realiza sola su función.
Como terapia médica, el sistema podría ser utilizado de diversas formas. Para algunas aplicaciones clínicas, se necesitarán desarrollar opciones inyectables minimamente invasivas. Para otras aplicaciones, será necesario utilizar transportadores adaptables, en los que trabajan ahora los investigadores para complementar el suministro de la proteína BMP, que situarían la UCB en el mejor sitio. Por último, otra opción sería injertar masa ósea propia al paciente de otra parte de su cuerpo para que, con la ayuda de esta combinación, se desarrolle donde deba hacerlo.
Se espera que este nuevo producto se apruebe y salga al mercado dentro de entre siete y nueve años, aunque ya ha recibido el prestigioso premio 2005 Hatton Award, que concede la International Association of Dental Research.
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