sábado, 14 de marzo de 2009

La mejor medicina no necesita fármacos


Participantes del taller, durante una de las actividades. Foto Javier de la Fuente.

TERESA SANTOS. «Nos hemos empezado a querer», comentaba ayer al término del taller de risoterapia María José, una de las 39 participantes en la actividad programada por el Ayuntamiento de la capital en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. La sesión, de hora y media, sirvió para «deshinbirse y relajarse», más que para provocar las carcajadas. La risoterapia busca el reencuentro con «el niño, la niña en este caso, que todos llevamos dentro», en palabras de la encargada del taller, Concha Santiago, educadora social, profesora de teatro y especialista en risoterapia y musicoterapia.
El taller había comenzado con brazos cerrados entre las asistentes y rostros que revelaban tensión e inquietud, pero todo eso se fue desvaneciendo a medida que pasaron los minutos. La experta en risoterapia incidió en la importancia de la comunicación. Para que «se comuniquen ellas por dentro, que se miren tanto interior como físicamente y si no están de acuerdo que lo superen o lo acepten, para empezar a disfrutar y reirse de ellas mismas» hasta alcanzar el «equilibrio». De todo eso «estamos faltos» en el actual mundo de prisas. Porque como dice la educadora social, «cada día estamos más ocupados, el tiempo se nos va en trabajar para sacar dinero y cubrir necesidades que nos creamos, sin darnos cuenta de que el tiempo se nos va».
Entre las asistentes, una abuela acompañada por su nieta. La segunda inscribió a la primera en el taller «para que se ría y haga cosas diferentes». Si no hubiera sido por eso es probable que «una persona de 75 años no se atreviera a venir». Así que Laura Silva no se lo pensó dos veces y apuntó a su abuela, Concha González, que prontó cumplirá 74 años.
«Hemos disfrutado mucho, nos hemos contado cosas de cuando éramos niñas, nos hemos reído», confesaba la abuela cuando quedaban pocos minutos para que concluyera el taller de risoterpia y tras haber disfrutado de los besos y los gritos. También le gustó correr. «Si hubiera mañana otro taller, volvería, aunque sólo fuera por correr». La nieta aprendió «la importancia de reírse y de mirarnos al espejo más a menudo». «Aprendí a tener armonía», contestó la abuela.
Las participantes consiguieronirse a casa «más distendidas». Era lo que se pretendía. La actividad estaba pensada «para dar respuesta a la fatiga cotidiana, a la angustia, al estrés, a la falta de comunicación; secuelas provocadas por la vida que vivimos y que no sabemos o no podemos cambiar», según la concejala de Igualdad, Charo Rodríguez.
En las sesiones de risoterapia no es raro que haya quien termine llorando, aunque eso no sucedió ayer en el taller desarrollado en la Ciudad Deportiva. Porque tanto la risa como el llanto suponen un «desahogo». La profesora de teatro indica que las personas que suelen requerir la risoterapia «necesitan reirse o llorar». Y las cerca de 40 participantes del taller organizado con motivo del Día de la Mujer se fueron a casa con una sonrisa en los labios tras haber sacado en los juegos a su niña interior.
Los actos organizados con motivo del Día de la Mujer prosiguen hoy con un mercado medieval en la Plaza Mayor, con el que se quiere resaltar la importancia de la labor desarrollada por la mujer en actividades como la artesanía y en la transmisión de la cultura. El mercado ofrece desde un zoco árabe hasta una zona denominada del buen yantar, con tapas de inspiración medieval, o un punto de información sobre los recursos específicos para la mujer.

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